La Isla de Siltolá, Sevilla, 2016, 107 págs.
Caminar es la única manera de medir la ausencia. Detenerse, la única de volver a casa.
Estaba de camino hacia mí mismo, pero me detuve a descansar y amanecí aquí, contigo.
La melancolía lleva varios días desaparecida. Andará por ahí, echándose de menos a sí misma.
El amor es fundamentalmente una fuerza subversiva y destructiva. Los imanes lo demuestan. Se unen chocando. Y si no, no son imanes, son otra cosa.
Amigo: ese con el que conversas, esté presente o no.
El amor te muestra lo que eres: nada, puro deseo, vacío por llenar.
Mujeres: lamer miel de un cuchillo afilado.
A oscuras no se puede leer, pero con demasiada luz tampoco.
Ayer perdí una idea. Guardemos una piadosa línea de silencio por ella.
El misterio es vecino de la estupidez; el amor, la pared que los separa.
Cuando se despertó, el fragmento seguía ahí, negándose todavía a formar parte de algo.
Los estados de ánimo son tres: animal, vegetal y mineral.
Si: que está abierto a dos salidas.
Blanco: color que todavía tiene remedio.
El olvido es la forma más suave y humana de la violencia.
Los hijos son la única prueba fiable de que el tiempo existe.